CONOCIENDO AL AUTOR

Mario Siles García

Mario Siles García

Escritor / Artista / Ingeniero Civil / Técnico fotovoltaico / Redactor Técnico / Escultor digital en ciernes...

Introducción jacarandosa:

Nací, siendo yo muy pequeño, en Alicante allá por 1988. Cursé estudios de Ingeniería Técnica de Obras Públicas porque me quedaba embobado mirando puentes, pero sobre todo porque pensaba que algún día me codearía con Florentino Pérez. Sin embargo, al igual que para la inmensa mayoría de compañeros de promoción, tan encomiables esperanzas resultaron truncadas a causa de la crisis económica y acabé utilizando mi título universitario para envolver bocadillos. En esa tesitura y quizá fruto de verme forzado a vivir casi a base de hacer la fotosíntesis, pivoté hacia el ámbito de la energía solar fotovoltaica que hoy por hoy me da de comer.
Inquieto por naturaleza y amante de la divulgación escrita. Colaboré de barbilampiño en diversos blogs tanto de crítica social y política (La Réplica), como en portales de tecnología y eficiencia energética (Xataka y Nergiza).
«Aguijonazos» fue mi primera intromisión al mundo narrativo. Con «Apoesía» hice lo propio, como el nombre indica, al noble arte entre otros muchos del también alicantino Miguel Hernández. Ambos ilustrados por un servidor. Como si no teniendo suficiente con lidiar con la precariedad, me fijase además como meta vital alcanzar la excelencia en todos aquellos campos que no dan dinero.
Por lo demás, dicen de mí que nací viejo y soy bastante friki.
Disfruto infinitamente más una velada con amigos, viandas y juegos de mesa que con cualquier evento de masas. He emigrado orgullosamente de la ciudad al pueblo y me encanta la naturaleza. Tanto hacer senderismo, como salir al mar con mi kayak. También pinto «figurillas» a escala con la vaga pretensión de que, en el luctuoso y a poder ser muy lejano día de mi muerte, conforméis con ellas el ajuar funerario que adorne mi mausoleo, erigido por Santiago Calatrava -espero-, en la isla de Tabarca.

MIS PUBLICACIONES

Junto letras desde que tengo memoria

Después de captar tu atención, me pongo «intensito»...

Considero que escribo como un acto de cartarsis. Quizá, incluso, para evitar la entrada en el frenopático.
Desconozco sinceramente cómo afrontan su existencia las personas que no recurren a esta terapia que es el arte en cualquiera de sus formas. Sea como fuere, creo que la desesperanza es fuertemente conservadora y, por tanto, que debemos intentar no caer en ella a toda costa. Y en ello la risa es tambíen una herramienta fundamental, sobre todo cuando es de uno mismo.
Renigo, eso sí y con la más férrea de las convicciones, pido perdón de antemano, del «coaching» de los cojones.
Una de tantas estrategias correctoras del capitalismo, en este caso en materia de salud mental, que pretenden además lucrarse con nuestro sufrimiento. Que niegan unas condiciones materiales y por tanto desincentivan las luchas destinadas a cambiarlas. Que trasladan toda responsabilidad a la parcela de lo individual.
Nada nos urge más que colectivizar nuestros problemas. Nada merece más la pena, como dice Toni de Los Chikos del Maíz, que defender la alegría como una trinchera.
«Como el derecho al pan, al trabajo y al techo».